Se pueden distinguir por lo menos diez tipos distintos de sonidos, que son usados en otras tantas situaciones y que estimulan un determinado comportamiento entre sus miembros.
Puesto que no se aleja demasiado de su madriguera, los recursos alimenticios de su sector disminuyen rápidamente, por lo que las colonias de suricatas se ven forzadas periódicamente a buscar nuevos territorios donde establecerse.
A menudo se la observa alzada de puntillas, en posición erecta y apoyada en su recia cola extendida, desarrollando una labor de vigilancia de los alrededores. Esta verticalidad le permite poder otear más fácilmente su entorno.
Si un enemigo se acerca huye veloz no sin antes emitir un pequeño grito, suficiente para hacer desaparecer a toda la colonia dentro de sus agujeros. Gracias a su privilegiada vista es capaz de avistar una rapaz, su más encarnizado depredador, antes que un hombre pueda distinguir a duras penas un diminuto punto en el cielo.
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